El concepto parecía claro. Una mezcla entre breakfast y lunch. Pues eso. Yo me imaginaba una mesa llena de magdalenas, pasteles, chocolates, algo de fruta... Esos típicos desayunos de hotel en los que te pones las botas. También pensé en lo más parecido a un brunch que yo había visto hasta ahora. Esos almuerzos o hamaiketakos de toda la vida, o sea, un poco de pan y mucho embutido.
Pero como siempre, las cosas no son lo que parecen...
Primero nos sacaron el cola-cao y el zumo. Un poquito después un coctel, Mimosa. Nosotros no sabíamos si teníamos que ir tomando lo que nos sacaban o esperar a que llegara todo para empezar a comer.
Realmente no sabíamos ni lo que habíamos pedido, sólo que se llamaba Lambwich. Me encantan esas situaciones en las que todo es nuevo y no sabes ni qué tienes que hacer. Miras alrededor para ver qué hace la gente y te sientes como un niño para el que todo es fascinante. También te sientes un poco paleto.
Ya no me quedaba zumo cuando llegó lo más heavy. Hamburguesa de cordero con patatas fritas, fruta y yogurt. A las 12.30 del mediodia! Y lo rico que me supo... Solo os digo que unté las patatas en el yogurt!
Yo no sé si fue el hambre que tenía, las expectativas tan altas o que el lugar era una verdadera experiencia pero tengo que decir que me encantó el brunch. Y aunque todavía no me queda muy claro cuál es su sentido, volvería a repetirlo.
¿Os animáis a un brunch?
Yo tengo que decir que me pongo del hígado cuando no sé que es lo que va a pasar o lo que hay que hacer :S
ResponderEliminarSí, es una sensación entre emocionante y estresante, pero es un subidón! jajaja Y ahora ya puedo decir: A, un brunch, claro.
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