Atraco a una vieja

martes, 8 de octubre de 2013

Siento si el título hiere sensibilidades, pero acabo de llegar a casa y todavía tengo el susto en el cuerpo y no se me ocurre nada mejor. Os cuento. Iba yo tan tranquila y divina por la calle cuando un policía se ha quedado mirándome fijamente y ha empezado a seguirme intentando disimular. Yo he acelerado el paso. Él seguía detrás. Cada vez lo tenía más cerca. Y yo cada vez más nerviosa. Al final no me ha quedado otra. CORRER. Menos mal que iba en converse.
Lógicamente, me ha alcanzado. Os dije que había empezado a hacer ejercicio pero me temo que los resultados tardarán en llegar. Me ha cogido del brazo y me ha puesto contra la pared.

Poli: ¿A dónde va con tanta prisa, señorita?
Yo: Voy a casa, tengo que hacer la cena y actualizar el blog. Soy blogger. (También creo que le he dicho algo así) Pero ¿qué pasa, agente?- con voz de niña buena.
Poli: No sé, dígamelo usted. ¿De dónde ha sacado ese bolso?
Yo: Lo compré en una tienda de segunda mano.
Poli: ¿A sí? ¿Quiere hacerme creer que ese bolso es suyo y no se lo ha robado a alguna pobre viejecita? ¿Por quién me toma? ¡La gente de su edad no lleva ese tipo de bolsos! ¡Podría ser de su abuela! ¡Acompáñeme a comisaria!

--> coche de policía a toda mecha con la sirena puesta y llegamos a comisaría  <--

Poli: Aquí traigo a esta ladrona, que dice que ese bolso de vieja es suyo. Ya no saben ni qué inventarse.
Poli Bueno: Veamos... ¡Vaya! Es un bolso vintage. Podría ser suyo. Ahora los jovenes llevan estas cosas...
Poli:  Pero si mi madre tiene uno igual! ¿Tiene usted documentación?
Yo: ¿Le sirve el carnét del metro?

Y me han dejado irme a casa. No sin antes hacerme un par de fotos de esas de los detenidos. A mí y a mi bolso.

Las fotos no son muy buenas, en el pasillo de mi casa la comisaría no hay muy buena luz. 

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