Candy Bar, Tratamiento facial y la muela del juicio.

viernes, 4 de abril de 2014

En agosto del año pasado se casó una amiga y preparó una boda preciosa. Todo lo que podáis imaginar en una boda podías encontrarlo allí. Barra de mojitos y zumos, jamonero, coche de época, una iglesia preciosa, discoteca, seatting temático, pancartas san fermineras, baile de las amigas, buena gente, buen ambiente, muchos médicos, el jardín, un equipo de fútbol... Pero lo mejor fue el CANDY BAR.
Y digo que fue lo mejor porque se lo preparamos nosotras. Así de humilde soy, ya me conocéis. Pensaréis: ¡Qué majas! ¡Vaya detallazo prepararle un candy bar a vuestra amiga! Pero no. A nosotras nos encantan estas cosas y casi que la novia se vio obligada a darnos alguna tarea para saciar nuestras ansias de ser wedding planner por un día.


Leyre es así. Nos comprende y sabe llevarnos. Pero es que, además de confiar en nosotras para su candy bar, va y nos regala un cheque de bienestar. ¡Ella sí que es maja!

Nuestra idea era dedicarnos un finde para nosotras y hacerlo juntas, pero somos tan desastres que para que no se nos caducara hemos tenido que ir cada una cuando ha podido.

Para mí, una pobre joven o joven pobre a la que esto de los tratamientos de belleza le parece cosa de ricos, ha sido una experiencia increíble. Os cuento:

Tras llegar tarde por perderme y tener que llamar al centro para que me explicaran exactamente dónde estaba el local,  me hicieron pasar a una salita. Me desnudé (un poco) y me tumbé en la camilla, que estaba caliente! ¡Tanto lujo sólo para mí! No me lo merezco, pensaba. Entonces empezó la chica a ponerme potingues y a darme masajes con un pincel. Reconozco que eso de que me anden tocando no me hacia mucha gracia, pero al minuto y medio ya le había cogido el gusto y me había abandonado a las manos de esa mujer. La música clásica y el aroma a lavanda también ayudaban. Tras unos minutos de masaje y cuando estaba a punto de dormirme, escuché el ruido de un motorcillo. Me dio un vuelco el corazón y por un momento pensé que iba a aparecer mi madre con un dentista diciéndome: "hija, ya es hora de que te arranquen las muelas del juicio." Por suerte era un aparato para exfoliar mi piel que me dejó como nueva. La chica siguió untándome cremas y masajeándome la cara, mientras yo pedía que no se acabara nunca. Y también pensaba en que cuando me jubile voy a dedicarme a hacerme tratamientos de belleza. ¡Eso sí que es buena vida!

Los masajes y las cremas estuvieron bien, pero lo mejor fue poder estar tumbada durante una hora, sin hacer nada, centrada en mí misma. Por mi cabeza no dejaban de pasar ideas, mientras yo intentaba dejar la mente en blanco. Como cuando en clase de yoga nos hacían mirar a una vela y no pensar en nada. Esto fue imposible, pensé en muchas cosas, pero sobre todo me acordé de Leyre y de la boda tan bonita que organizó. También me la imaginé bailando con Pitbull en las playas de Miami, pero esto da para otro capítulo... ;)

4 comentarios:

  1. jajajajajajajaj por favor! Capítulo con escenas de Pitbull!

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja Llevo todo el finde bailando y playeando y casi no tengo tiempo ni de leer el nuevo post!! XDDD
    Qgenial!! Que buenisimos recuerdos... El candy-bar fue todo un exito!! Y nos lo comimos todoo!! Nada, que acabo de decidir que nos volvemos a casar! Otra vez fieston, amigos, candy-B y masajeee! (Esta vez todas juntas). Me alegra qlo hayas disfrutado tanto. Beso tremendo desde el otro lado del charco!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bodorrio bodorrio!!!!! Sería una locura, pero siempre podéis hacer fiesta de aniversario! jiji

      Eliminar

¡Gracias!