¡He
vuelto! Aunque a nadie le importe. Y también os digo que me
vuelvo a ir. Esta vez a Galicia. Pero nada de playitas en las Rias
Baixas o comilonas de pulpo a feira.
Me voy andando, a hacer el
Camino de Santiago.
Sé lo
que estáis pensando. Que en nada estoy de vuelta con los pies llenos
de ampollas y la espalda destrozada. No es que yo no crea en mí,
pero a todo el mundo que le he contado mis intenciones ha dicho lo
mismo. Primero caras de incredulidad, después preguntan que si voy
andando, también que hasta dónde, incluso he visto caras de pena y
compasión. Las apuestas están en 4 días. ¿Alguien da más?
Tranquilos,
sé cuidarme. Además, aunque la primera idea era hacerlo sola, mi
novio tiene la mala costumbre de acompañarme siempre, así que nos
cuidaremos mutuamente. No siento la necesidad de demostrar nada a
nadie, ni siquiera a mí misma. Los pies pueden fallarme y la
posibilidad de volver antes de lo previsto está entre las opciones,
pero narices no me faltan [insertre aquí su comentario, Gorka]
así que os espero en Santiago!